Tosiendo marchaba el coche.
Y a los tumbos, apilados dentro del coche, viajaban unos músicos.
Ellos iban a alegrar una reunión de campesinos, pero ya llevaban un largo rato perdidos en los hirvientes caminos de Santiago del Estero.Los despistados no tenían a quién preguntar. Nadie había, nadie quedaba, en aquellos desiertos que habían sido bosques.Y de pronto apareció, en una nube de polvo, una niña en bicicleta.–¿Cuánto falta? –preguntaron.Y ella dijo:–Falta menos.Y en el polvo se fue.Eduardo Galeano - Los hijos de los días
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